martes, 16 de junio de 2009

MACERA Y LA REVOLUCION DE LA SELVA.


El historiador Pablo Macera cargando sobre sus hombros ocho décadas de vida, ha vuelto medio avergonzado trayendo como una ofrenda propiciatoria un polémico libro de contenido premonitorio sobre “El poder libre Ashaninka” que fue editado hace un par de meses por la Universidad San Martín de Porres. Me parece que el viejo nos pide que lo perdonemos por su desliz fujimorista.

El libro de muy corto tiraje hace referencia a la rebelión de Juan Santos Atahuallpa que fue posiblemente la única rebelión no derrotada por los Españoles y que se mantuvo exitosamente vigente en la selva, (confluencia del Río Perene) durante 1742 al 1752.

Más allá de los datos históricos sobre Juan Santos y su abolengo inka que lo emparentaba con el último soberano trágico; el libro de Macera es casi una sentencia política para este débil Estado, del que nosotros somos sus desafortunados vasallos.

Sostiene el historiador que alguna vez dijo :”El Perú es un burdel”, que la rebelión de los Ashaninkas y por extensión de los habitantes amazónicos del Perú, es tal vez el último grito reprimido, mejor dicho contenido como una gaseosa sacudida a punto de estallar, y que tiene alguna posibilidad histórica de convertirse en una revolución triunfante.

Si echamos una mirada a la historia, efectivamente, comprobaremos que los levantamientos desde el valiente Tupac Amaru, pasando por Catari, el arrepentido Pumacachua, los criollos acobardados y los curacas traidores, casi siempre acabaron ahogados en sangre. Más no así la rebelión que se refugió en la selva, lugar que permaneció indómito incluso para los inkas.

Macera, insinúa que allí yace la última esperanza de una revolución indígena, que podría significar una posibilidad de cambiar la vergonzosa realidad presente de total enajenación.

El Estado fue sordo durante 190 años y fue sordomudo y ciego cuando se trataba de los nativos amazónicos, que ahora se tornan en muy importantes sólo desde la muerte de 23 policias. Ahora si hay que escucharlos porque constituyen una gran amenaza para la emputecida democracia que nosotros veneramos.

Macera, también insinúa que los peruanos nativos de las grandes ciudades de adobe y cemento, vivimos con un gran miedo a que las cosas puedan cambiar repentinamente, pese a que la gran mayoría no está de acuerdo con el sistema vigente. Es por eso que las luchas urbanas casi siempre fracasan, porque en el fondo tenemos un temor de que las cosas cambien para mal.

Agrega, el viejo historiador en una entrevista de Caretas, que los peruanos preferimos ignorar las cosas, los problemas y las amenazas sociales porque así vivimos más tranquilos.

Tal vez no todos estemos de acuerdo con la afirmación anterior, sin embargo en lo que estoy plenamente de acuerdo es que la rebelión de la selva recién está comenzando. Lo de Pizango-Bagua es como el descubrimiento de Colon: un mundo nuevo por explorar, un mundo que suponíamos existía por las flechas, las pusangas tan buscadas en nuestra adolescencia o por las frotaciones mágicas con olor a mil diablos.

Pues, ahora ese mundo adrede ignorado por los citadinos, está manifestándose de la única manera que saben hacer las criaturas que nacen a la vida: con violencia y sangre.

Este es el parto de un nuevo ciudadano peruano, al que en adelante lo llamaremos AMAZONICO. Y a diferencia del andino cuyas costumbres fueron mutiladas, deformadas y prostituidas, ellos han mantenido intangible su forma de pensar.

Para ellos el cuento judío, de “si me pegas te doy la otra mejilla para que sigas entrenando”, jamás fue aceptado. Sin menospreciar las lecciones del Nazareno, en la selva, la justicia es diente por diente y ojo por ojo. Allí la mentira es inútil, como el reloj y sus manecillas absurdas que miden el tiempo,

Personalmente no me alegro por este volcán social (Bagua) que ha explotado en el rostro de la clase política limeña, (no sólo del APRA). Pero ahora estoy convencido que hemos empezado un nuevo siglo, donde la interculturalidad, la alteridad, la tolerancia y otros factores relativamente nuevos terminaran transformando el Perú, a las buenas o a las malas.