viernes, 15 de agosto de 2008

CANILLITA PONE EN APRIETOS A PERIODISTA.


Esta mañana un amigo vendedor de periódicos y panfletos me preguntó: ¿Señor Carrión, usted cada cuanto tiempo escribe? Me quedé patitieso, sentí que me estaba enrostrando mi poca seriedad en la periodicidad de estos articulos. Pero más aún, sentí una puñalada en mi vanidad personal.
Quise responderle, que una vez por semana; habría sido falso. Pude haberle dicho, cada vez que me da la gana; habría sido irreverente. Pude haberle dicho cada vez que el periódico me solicita, pero no es cierto; al periódico le importa un bledo si escribo, mejor si no lo hago porque así queda mayor espacio para la publicidad.
Durante varios segundos me quedé en blanco, cuestionado en lo más íntimo por un modesto canillita. Finalmente pude decirle lo más sincero que se me ocurrió: Señor, yo escribo cada vez que la conciencia me oprime, cuando ya no puedo permanecer más tiempo en silencio, cuando es inevitable decir un par de cosas por mucho que me cause algún perjuicio.
La conversación con el canillita, me dio pie para muchas reflexiones. Sinceramente ¿Por qué escribimos los periodistas? A veces por que tenemos la obligación de presentar un cúmulo de carillas por día, a cambio de un sueldo. Y entonces el tema lo elige uno mismo o lo sugiere el director. Pero alguien como yo, que no tiene sueldo, no tiene horario, ni tema, ni provecho, ni predicamento, por qué lo hace?
En ocasiones les confieso, he intentado permanecer en silencio, no porque evite tocar algún tema complicado, sino porque pienso que mis cosas pueden llegar a ser extremadamente prosaicas y superficiales, eso que la gente llama cojudeces.

En ocasiones uno tiene vergüenza de mostrar su desnudez periodística. Y en mi caso, me pregunto, ¿por qué escribo? y ¿sobre qué escribo? Escribo porque es una forma de sentirme en paz con mi conciencia. Como diría mi amigo Boris Espezua de Puno, escribo para hacer una catarsis, y desahogarme de algo o arrojar algo que me atormenta sicológicamente.

Esa respuesta podría ser válida para un escritor emotivo con traumas existenciales, pero los periodistas no podemos responder como poetas, pues presumimos que nuestras motivaciones son más bien de orden social, vinculadas al interés colectivo o a la preocupación del pueblo.

Si esa preocupación no se interioriza con uno mismo, está demás escribir nada. Todo sería un fraude, una estafa al lector. Por eso me sentí acorralado por el “canilla”, porque a veces no deseo descubrir mis cuitas por un poco de pudor.

Está visto que la única responsabilidad que tiene un periodista al escribir, es escribir con veracidad de aquello que sienta, de aquello que lo atormente, de aquello donde su opinión pueda ser útil para construir algo. De lo contrario está demás.
Volvió con su impertinencia el canillita:
- ¿Para qué escribe Sr. Carrión?
- Hum, escribo, para sentirme en paz con mi conciencia. Escribo para ser leído por la gente solitaria. A ver si coincidimos en algo. Escribo con la pretensión de que, poco a poco, seamos menos misántropos, porque la soledad mata.
Me parece que un lobo estepario aúlla no porque le duela algo, sino para saber si hay alguno otro que piense igual. Me hice el apresurado y no tuve más remedio que huir del canillita. (140808)