lunes, 11 de agosto de 2008

SOL A SOL: LA HISTORIA DE LO COTIDIANO.

Hoy es raro hallar a un robusto anciano de 107 años gozando de buena salud. Incluso con más vitalidad que algunos mozalbetes atrevidos de última hora, por quienes guardamos, pese a todo, el mayor de los respetos.
Esta historia centenaria del DIARIO EL SOL se incuba aún en el siglo XIX como proyecto, que más tarde sale a luz en 1901 con un formidable idealista cusqueño llamado Ángel Vega Enríquez, quien dio origen al sueño que hoy celebramos
Fundó un periódico para que sirviera en la defensa de las causas nobles de esta tierra, marginada injustamente por la centralización limeña, maltratada por el cinismo de los políticos capitalinos y agobiada por la gran tarea de reconstruir la nación luego de los estragos morales causados por la infausta Guerra del Pacifico.
El Sol, durante esa génesis de siglo, cumplió un papel extraordinario; fue el tónico que buscaba el sur del país y la vitamina espiritual para curar sus heridas internas y construir paso a paso, sol a sol, una visión regionalista.
Con los años y con nuevos dueños, fue expresando paulatinamente nuevas ansias, nuevos dilemas y en cada caso con una posición definida, sin las vacilaciones calculistas de quienes anteponen los beneficios económicos a las aspiraciones de la muchedumbre.
Los periodistas pueden equivocarse, pero jamás podrán quedarse mudos y sin opinión frente a los incesantes y complejos acontecimientos que demandan una posición inmediata. Esa es la sagrada ley del periodista. En esta profesión no hay eunucos.
Ángel Vega Enríquez, antes de lanzarse a esta gran tarea, en una ciudad donde el viento se mecía empujado por las achachihuas de Huascar y se escuchaba todavía el sordo crujir de las espadas invasoras, tuvo que pensarlo más de dos veces.
No sólo por el reto económico que implicaba una aventura quasi literaria de esta naturaleza, sino por la respuesta que tendría un panfleto de tamaño gigantesco como una sábana, que podría servir mas bien para cubrir el frío metafísico de una población relativamente iletrada.
Gran dilema del joven Ángel Vega. Y así masticando sus dudas durante un tiempo se fue a vivir a Europa, radicó en Francia, donde aprendió la vieja tradición periodística de una sociedad cosmopolita donde la libertad de expresión es sin equanum (indispensable) a la república.
Durante su estancia en aquel viejo continente, supo aprehender para si las más grandes virtudes de una cultura en la cual la palabra y el verbo, bien construidos, pueden mover montañas; la inviolabilidad del respeto a la dignidad del prójimo y el derecho a las libertades individuales en un mundo de mayor tolerancia.

DOS NOTICIAS DEL SIGLO PASADO.

Hace muchos años, unos veinte creo, cuando El Sol funcionaba en su sempiterno local de Mesón de la Estrella que a su vez fue la antigua casa de la familia del fundador Ángel Vega Enríquez, me apersoné, no se cómo ni por qué razón.
Probablemente tendría esos extraños deseos de querer alimentarme con esos viejos y sabrosos hongos de papel imprenta regados con tinta china, que habitaban en las páginas húmedas, protegidas por la enorme solera histórica de esas primeras ediciones.
De algún modo, ésta experiencia me sirvió para aprender que las noticias se transforman por el tiempo; que lo que fue hace cien años, una noticia interesante, hoy nos podría causar risa por su intrascendencia.
Esta es una de esas noticias, no recuerdo si fue la más importante del día pero fue una noticia publicada por El Sol, en el año 1935.
Decía: “GRAVE ACCIDENTE SE PRODUJO AYER”.
Y en efecto, narraba el accidente ocurrido con una matrona del Cusco, supongo de familia importante, puesto que vivía en las inmediaciones de la Calle Mesón de la Estrella. Agregaba la información que la señora se encontraba cociendo unas prendas, de manera un tanto distraída, al punto que la aguja de la maquina penetró sus delicadas yemas.
Esta demás contarles la descripción de los alaridos y el alboroto que se armó, no sólo por el accidente, sino por las implicancias generadas por una extraña y milagrosa máquina de cocer que dicen, existía en el Cusco.
Asimismo, narra el periodista que más tarde tuvieron que venir los galenos para realizarle una intervención a fin de extraerle la desdichada aguja que causo la antedicha preocupación, donde una dama había sufrido casi una tragedia por la hincada de una aguja.
No pude dejar de reír y volví a leer la noticia una y otra vez para descubrir donde se hallaba “la pepa”, pero por ningún lado apareció ese detalle. Lamento no poder recordar los nombres ni los detalles sobre el qué, quién, cómo, cuándo y etc. Con los años, poco a poco fui aprendiendo que la noticia es a su tiempo como es la sombra al objeto que la produce.
Hoy en día, esa noticia, ni siquiera seria noticia, es mas seria motivo de una broma, pero allí estaba la nota en la primera plana solar, que solía compendiar de manera abigarrada todo el resumen de interiores.
Ah, y la publicidad, era cosa de reírse. SE anunciaban vitaminas, proteínas, elixires de toda marca y precio. Todos asegurando que curarían incluso las enfermedades desconocidas o las que estaban por venir, importadas, únicamente para la gente refinada.
La segunda vez que entré a bucear en ese mar de hongos que era el archivo de El Sol , fue años más tarde, buscando los antecedentes de la creación de la Empresa de Generación Eléctrica de Machupicchu, hoy llamada EGEMSA.
La información estaba allí, en la década del cincuenta con la presencia de enviados especiales del Presidente Manuel A Odria, con bastón y chistera. Era una página gigantesca que mandé a fotocopiar y ahora felizmente aún se conserva puesta en un cuadro, en la sala de recepciones de esa empresa.
La descripción periodística del hecho fue muy prolija, en letras menudas, haciendo hincapié en los grandes objetivos del gobierno de reconstrucción nacional y la participación de nuestros burócratas locales, los cuales a esa fecha ya habían fallecido.
Todo lo mencionado pretende demostrar que un periódico es la BITACORA de una nación. Expresa sus más intimas preocupaciones, también sus errores, sus anhelos, sus frustraciones, sus cóleras e iras santas.

LA HISTORIA DE LO COTIDIANO.

En una de sus tradiciones el viejo Ricardo Palma se refiere a una caja que contenía los secretos de los acontecimientos más importantes del Perú. Una caja que era guardada con mucho celo; una caja que se supone resumía la vida de todo un pueblo, los secretos de un Estado, las vulnerabilidades de un país y los anhelos de su gente. Al finalizar, Palma sorprende a todos con una caja que solo contuviera las amarillentas hojas de un periódico capitalino.
Un periódico describe la historia de la cotidianeidad. En el fondo, detrás de cada escritor periodista hay un historiador bisoño trabajando con tesón por incorporar a la gran historia diversos hechos, con suerte algunas de sus crónicas darán pie a futuras investigaciones científicas.

Obviamente, no todo lo que se dice en un periódico pasa a la historia, pero sin duda el periódico, cualquiera que este sea y con mayor razón aquel que describe todo un siglo de vida, cumple con los requisitos para ser parte de la historia misma.
Los grandes acontecimientos, los hitos que marcaron el inicio de la primera o segunda guerra mundial, están descritos acuciosamente por el periodismo de ese tiempo. LO que comenzó como un simple crimen y un charco de sangre en determinada calle de Europa, sería el comienzo de una desenfrenada guerra mundial.
Grandes historiadores peruanos, (Basadre ) utilizaron las crónicas bien o mal escritas de un periódico, porque en ellas se encontraba la interpretación instantánea de lo ocurrido en ese tiempo y lugar.
Los hechos pueden ser mejor analizados por la historia, pero ningún historiador podrá negar que la primera fuente histórica es la de los testigos, (Periodismo de Interpretación) cuyos relatos son graficados en algún periódico.

PERIODISMO SOLAR DE PRIMER NIVEL.

El Sol, en la pluma de sus periodistas ha cumplido con describir este mundo que nos ha tocado vivir. Desde Ángel Vega Enríquez, pasando por Mariano Velazco, Domingo Guevara, Rafael Guevara, Manuel Carrera, Mariano E Moreno hasta llegar a un hito del periodismo local con el etnohistoriador Luís E, Valcárcel, que hizo de El Sol una tribuna de abierto combate a la opresión campesina y un espacio para reflejar una realidad que la urbe se negaba a aceptar.
Producto de esa visión periodística, minuciosa y acusadora, surgen posteriormente los libros: Tempestad en los Andes, Garcilaso visto por indios y la Historia Antigua del Perú.
El Sol, tuvo en sus paginas a personajes de la talla de José Gabriel Cosio, Luís Felipe Paredes, Roberto F GArmendia y otros muchos de nombres menos egregios que yacen en el camposanto de los periodistas.
De esos viejos directores admirados y estudiados hoy en las aulas de la Facultad de Cs. De la Comunicación, queda ya ninguno. Otra joven hornada, mucho más bohemia y menos literaria los reemplazó. El tiempo y la historia dirán si fueron suficientemente audaces e inteligentes para acometer la tarea de su época o no.

BRINDIS FINAL
Al cumplir estos 107 años de existencia, rindo mi homenaje a quienes sufrieron atropellos por publicar sus carillas, a quienes perdieron el trabajo por imprimir su nota, a quienes fueron humillados por defender su verdad a contrapelo del gentío. A quienes insisten en hurgar la sarna de la corrupción nacional a despecho de posibles venganzas.
Saludo a quienes convirtieron el periodismo en una forma honrosa de vivir y no de enriquecerse a costa de la fe política de un pueblo o vendiendo las noticias al mejor postor.
En realidad, son muy pocos. ¡Salud por ellos!