jueves, 16 de octubre de 2008

CLARO V/S MOVISTAR: LA GUERRA CONTINÚA.




En esta guerra de guerrillas entre ambas empresas, los servidores de MOVISTAR demuestran algunas particularidades que terminan siendo una generalidad en su conducta publicitaria. MOVISTAR demuestra estos aspectos:
Por lo general son lentos y parsimoniosos, tienen un complejo de burócratas de la administración pública.
En sus respuestas no transmiten la seguridad de que serán abonados correctamente. Si ellos dudan, el cliente con mas razón.
No están atentos, esperan que el cliente los llame.
Actúan con solemnidad, les falta vitalidad y juventud, o presumen de empleados bancarios pachorrudos.
Sus chicas son bonitas, por cierto, pero generalmente están cuchicheando. El cliente se siente incomodo al interrumpir tan entretenida charla de profundo raje.
En el sector de telefonía móvil no puede haber errores, es altamente competitivo y al final el que pestañea muere.
Las recargas azules son lentas, la culpa presumo que es de Lima.
Sus servidores son apáticos, casi nunca explican de las otras ofertas, se ciñen simplemente a hacer lo que le solicita el cliente.
Se nota una actitud de abandono, estos chicos necesitan altas dosis de chocolate caliente.
Sus locales azules son sombríos, tienen poca iluminación y sus mostradores se hallan replegados al fondo como si tuvieran miedo de enfrentar al cliente.

Si estos son los defectos de uno, ahora veamos como marcha el equipo CLARO. Los hemos analizado con calma en sus innumerables puntos de venta y allí hemos detectado que adolecen de otros problemas, quizás inversos al anterior.

Sus trabajadores son todos muy jóvenes, parece que juegan entre ellos, son más ruidosos y tal parece que hay una sobreabundancia de testosterona. Se nota que están chapando de lo lindo, el cliente es lo último.
Son estridentes en su propaganda y amenazan la tranquilidad pública; no respetan las normas ediles que debiera sancionarlos por colocar parlantes en la Av. Sol y en todos sus locales.
Sus empleados, en ocasiones son impertinentes queriendo vender a toda costa sus cosméticos y demás fruslerías, si lo hicieran con un poquito más de tacto no estaría mal.
En ocasiones hablan tanto que parecen charlatanes de baratillo a la espera de capturar al primer transeúnte.
El rojo los convierte en vivaces, ágiles, con mucha iniciativa, pero no saben que no todos mantienen ese ritmo hipertenso, hace falta moderación.
El cliente al acudir a la tienda se siente una víctima en lugar de cliente. No hay acuerdo entre ellos, todos quieren acorralarlo.
Su servicio técnico de la AV. Sol es espantosamente lento e ineficiente en la solución de los reclamos. El jefe de esa área debe ser hincha de Movistar.
La señal auditiva es pésima, en algunos puntos. No mantiene un estándar de calidad.
Su audacia publicitaria raya en la vulgaridad, con esas propagandas en triciclo que afean el rostro del centro histórico y demuestran que están desesperados.
Saben cubrir sus deficiencias técnicas con extremada habilidad comunicativa.

Ambos equipos merecen respeto, pero está visto que lo que le falta a uno, el otro lo tiene de sobra, y así recíprocamente. Veremos en que acaba esta disputa bélica. Ganará “Tongo” el huachafo o el apitucado Gian Marco. Eso merece otro análisis…